viernes, 12 de junio de 2015

Estereotipos sobre el matrimonio de personas del mismo sexo

Con ocasión de la aprobación en Irlanda por referéndum del matrimonio de personas del mismo sexo me ha llamado la atención la cantidad de opinadores que resaltaban lo paradójico de que esa aprobación se produjera en un país tan católico.

Me temo que quienes hacen ese comentario caen en un estereotipo fácil que no resiste apenas contraste con la realidad. Se supone que, ya que la jerarquía de la Iglesia católica (es decir, una minoría de la Iglesia católica, la cual está compuesta en su inmensa mayoría por laicos que en muchas cuestiones suelen apartarse de las recomendaciones de sus pastores) se pronuncia reiteradamente en contra de ese matrimonio, resulta lógico pensar que en los países de mayoría o de tradición católica resulta más difícil o improbable que se apruebe la medida. Se supone también que los prejuicios contra la homosexualidad estarán más arraigados cuanto mayor sea la influencia de la Iglesia católica (o del cristianismo, en general, añadirían algunos) en un país.

Lo cierto es que esa supuesta correlación entre influencia católica y prohibición del matrimonio de personas del mismo sexo simplemente no existe. De los veintidós países que, según mis cuentas, han aprobado hasta el momento el matrimonio de personas del mismo sexo resulta que todos ellos son de tradición cristiana y, la mayoría, de tradición católica. Antes que la católica Irlanda aprobaron la medida países de no menor tradición católica como Bélgica, España, Portugal, Francia, Eslovenia, Luxemburgo, Canadá, Argentina, Uruguay, Brasil y algunos estados de México. Se puede pensar que el avance del matrimonio homosexual va parejo al descenso de la influencia de las creencias y de la práctica religiosa en esos países. Quizás pueda afirmarse eso en Europa, pero no desde luego en Brasil y menos en Estados Unidos, donde el primer estado en permitirlo fue Massachussets, en el cual los católicos constituyen tradicionalmente la primera comunidad religiosa. Curioso resulta también el caso del Reino Unido. El matrimonio de personas del mismo sexo está aprobado en Inglaterra, Gales y Escocia; en Irlanda del Norte fue rechazado por su parlamento donde votaron a favor los partidos de mayoría católica y en contra los de mayoría protestante.

En fin, que sin negar que la influencia de la religión pueda ser uno de los muchos factores que deben analizarse en cuestiones políticas como esta, la simplista correlación que se hace entre influencia católica y dificultad para la aprobación del matrimonio de personas del mismo sexo debe ser puesta en cuarentena. Tampoco nos vamos a lanzar a la fácil conclusión contraria de que en los países católicos sea más fácil que se apruebe. Sin duda, la cuestión es mucho más compleja y habría que analizar muchos otros factores.