martes, 26 de mayo de 2015

Hora de valoraciones electorales



Pasado el día de reflexión (me refiero al posterior a las elecciones, para asentar un poco las conclusiones, el anterior aunque sea llamado así no sirve para nada) aquí van unas pocas ideas sobre el resultado de estas elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015.

En España

Me alegra el retroceso del PP y del PSOE. Nos habíamos acostumbrado a un sistema, de dudosa calidad democrática, donde la responsabilidad política, la rendición de cuentas (accountability, dicen algunos en inglés), parecía ausente. Por fin la ciudadanía empieza a pedir cuentas de los desastres de los últimos años atribuibles, no en exclusiva pero sí principalmente, a estos dos partidos: los efectos de la crisis económica, sobre todo el desempleo, un modelo de crecimiento basado en la especulación y el derroche, el recorte de derechos, la creciente desigualdad, la pobreza sistémica, la corrupción.

Me alegra la movilización del voto que se ha producido para exigir cambios, me alegra el desplazamiento del electorado a la izquierda después de las mayorías absolutas y absolutistas del PP. Me alegra que, aunque el bipartidismo no haya desaparecido, haya entrado en crisis y de lugar a una mayor pluralidad.

Me ilusiona el triunfo de las candidaturas de unidad popular, ciudadana o de izquierdas, llámense como se quiera, empezando por Barcelona y siguiendo por tantas otras localidades. Se demuestra su eficacia para propiciar la movilización del voto y para desalojar a la derecha de los gobiernos municipales. Lástima que no hayan sido posibles en todos y cada uno de los municipios y comunidades autónomas. Exceso de protagonismo, desconfianza, cortoplacismo, de unos o de otros, las han impedido en muchos lugares. Pero ese es el camino de futuro y sigo apostando por él.

Me alegra infinito que Esperanza Aguirre haya perdido. Solo que haya podido ser candidata es un síntoma de la escasa cultura democrática que seguimos padeciendo en este país.

Me consuela algo que Izquierda Unida, la formación a la que pertenezco, haya salvado los muebles en las elecciones municipales, haciendo fracasar los vaticinios sobre nuestra desaparición que nos acompañan desde el mismo momento en que nacimos. Me apena el retroceso en las elecciones autonómicas, donde el sistema electoral, con circunscripciones provinciales (y alguna práctica de gerrymandering como la de Castilla-La Mancha) hace más complicada la supervivencia de las minorías. Me entristece la debacle sufrida por IU en Madrid, sobre todo porque es merecida. Hace años que vengo contemplando estupefacto como mis compañeros de Madrid, municipio y comunidad, se dedican más al navajeo interno que a hacer política. Lo sucedido en estas elecciones ha rizado el rizo. Tras la fuga de los candidatos elegidos en primarias abiertas, que una parte de la organización (desorganización es más preciso decir) apoye una candidatura ajena (Ahora Madrid) ha sido el colmo. Que la mayor parte del electorado tradicional de IU haya preferido votar a Manuela Carmena, normal. Y que ayer mismo no haya salido nadie a asumir responsabilidades por el desastre y dimitir (procedería la dimisión de todos los miembros de todos los órganos de IU de Madrid capital y comunidad, para hacer borrón y cuenta nueva) un mal síntoma para el futuro próximo. Como doloroso contraste, que IU haya podido obtener muy buenos resultados en algunos ayuntamientos (véase Zamora, donde opta a la alcaldía) o mantenerse en alguna comunidad (Asturias) indica que donde se hacen las cosas bien, donde hay buenos candidatos que se lo trabajan, no solo durante la campaña sino durante años, el entorno desfavorable que es el habitual para IU se puede superar.

Quedan pocos meses para otras elecciones trascendentales, las que deben elegir el Congreso de los Diputados y el Senado allá por noviembre. El sistema electoral que rige en esos comicios potencia de forma mucho más clara el bipartidismo y penaliza a los terceros o cuartos partidos de cada provincia, además de primar el voto rural sobre el urbano, el voto conservador sobre el progresista. Sería especialmente necesario empezar a trabajar también por candidaturas de unidad popular, ciudadana o de izquierdas en cada provincia, con la misión de desalojar al PP del Gobierno. En esas candidaturas deberían participar, como mínimo, Podemos e IU. A la vista de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas (incluidas las andaluzas de hace unas semanas) espero que en Podemos acepten que no pueden ellos solos, que no han arrasado en las urnas sino que se han convertido en un partido más, con buenos resultados pero uno más. Que hayan sustituido aquel impreciso objetivo de echar a “la casta” por el de echar al PP, y que estén dispuestos a entrar en pactos renunciando como único objetivo a ganar en solitario y por goleada, creo que es una muestra de madurez y realismo. Espero que la experiencia adquirida les lleve también a concluir en la necesidad de pactar de cara a las elecciones generales para conformar candidaturas potentes con posibilidades de éxito en todas las provincias.

En Navarra

Veinte años hemos tardado en poder leer el titular “UPN pierde el Gobierno”. Como ese era uno de los objetivos de Izquierda-Ezkerra (Izquierda Unida + Batzarre), junto con el de propiciar un gobierno de cambio que promueva políticas de izquierdas, valoro muy positivamente el resultado.

Cierto que I-E ha retrocedido en el Parlamento de Navarra, en lugar de los tres escaños de la legislatura anterior ha obtenido solamente dos. Pero hay lugar para el consuelo. Son dos escaños que contribuyen a la suma de 26 votos que hace la mayoría absoluta y que posibilita un acuerdo de gobierno entre Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E. Por otro lado, a nivel municipal I-E ha conseguido buenos resultados, con tal marca o en candidaturas conjuntas con otras fuerzas. A destacar el gran avance conseguido en Tudela que va a permitir lograr la alcaldía. Y todo ello en una situación muy poco favorable en la que mantenerse ya es un éxito.

En todo caso, considero que en política lo importante no es obtener muchos votos para tener muchas poltronas que repartir. Los partidos políticos no pueden ser una agencia de colocación ni una empresa que reparta dividendos entre los socios, pese a que hay demasiados partidos que ofrecen esa imagen. Lo importante es contribuir a que mejore la sociedad con propuestas, con ideas, con valores. Creo que desde I-E estamos contribuyendo decisivamente al cambio en Navarra y que algunas ideas que hace años defendíamos prácticamente en solitario ahora van siendo patrimonio común. La idea de pluralismo identitario, la necesidad de establecer un marco de convivencia para las diversas identidades, aceptar Navarra como marco propio de decisión, la necesidad de dar prioridad al programa social, a la construcción social sobre cualquier construcción nacional…

Sobre esas ideas hemos de apostar en I-E para negociar un acuerdo de gobierno con Geroa Bai, EH Bildu y Podemos. Creo que hay suficientes cosas en común como para llegar a un programa de progreso y creo que es posible pactar también las diferencias y aparcar aquello que nos divida. Creo que después de muchos años de gobiernos de UPN, que ha gobernado para los suyos, no se trata de dar la vuelta a la tortilla y gobernar para otros, para los nuestros, sino de gobernar para todos. Aunque teniendo en cuenta que gobernar para todos en igualdad no significa tratar de igual modo a quienes no están en la misma situación. Debe haber una apuesta decidida a favor de los más desfavorecidos, de las víctimas de la crisis y del sistema económico.

Si se logra llegar a un acuerdo programático, que como hemos venido diciendo en campaña es nuestra única línea roja para pactar, creo que I-E debe apostar también por formar parte del Gobierno de Navarra que se constituya. Pienso que un apoyo desde fuera es menos eficaz, que el control desde el Parlamento es demasiado poco efectivo, que hay que estar donde se toman las decisiones. Aunque, quizás, sea menos cómodo y puede ser peligroso porque se asumen responsabilidades. Pero en política no hay que estar por comodidad y para evitar riesgos.

Y como parte del modo de hacer política que propugnamos, la decisión sobre el acuerdo programático y, en su caso, sobre entrar en el Gobierno de Navarra debería someterse a consulta vinculante de los afiliados de IU y Batzarre y de los simpatizantes de I-E inscritos para el proceso de primarias abiertas para configurar las candidaturas. Adoptar el método de consulta ni sería novedad ni supondría copiar un invento ajeno. Hace ahora justo veinte años, cuando fui elegido concejal de IU y entramos en el acuerdo tripartito del Ayuntamiento de Pamplona con CDN y PSN, ya lo hicimos, sometimos la decisión a la afiliación de Pamplona.

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